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 Admiro a las personas que durante mucho tiempo hacen las mismas tareas porque yo no puedo, precisamente por ello es que me gusta mi trabajo, siempre hay algo diferente para escribir y compartir. Y es que despertarse todos los días pensando que se está atrapado en un bucle infinito, donde lo que antes nos llenaba de alegría ahora es un tedio cotidiano, llega a limitar nuestras capacidades. Esta repetición constante, nos hace sentir como si estuviéramos atrapados bajo una "especie de caparazón" que, cada día que pasa, se vuelve más rígido y opresivo. Entonces ¿Cuál es la solución? Quizá la más obvia: romper con la monotonía. Toda esta rutina que experimentamos a diario tiene un nombre en el ámbito científico que se llama "habituación", en el cual nuestro cerebro, ese órgano maravilloso y misterioso, tiende a disminuir su respuesta ante estímulos repetitivos. Por lo que aquello que inicialmente nos proporcionaba satisfacción y sentido a nuestras vidas, con el tiempo deja de tener el mismo efecto.
La deshabituación es la idea central en las investigaciones de Tali Sharot, una profesora del University College de Londres, así como de Cass R. Sunstein, un académico y exadministrador de la Oficina de Información y Asuntos Reguladores durante la administración Obama. Juntos exploran este tema en su obra Look Again: The power of noticeing what was always there (Volver a mirar: El poder de darse cuenta de lo que siempre estuvo ahí), proponiendo esta interesante solución para encontrar de nuevo el equilibrio y bienestar de la persona. Sharot, en un artículo para el Harvard Business Review, nos ofrece ejemplos cotidianos para ilustrar este fenómeno, como dejar de percibir el aroma de un perfume después de usarlo varias veces o acostumbrarse rápidamente a la temperatura de una piscina. Este proceso no solo afecta nuestras percepciones sensoriales, sino también aspectos más profundos de nuestras vidas, como el trabajo y las relaciones personales. Y no solo a los aspectos positivos, como quienes ejercen profesiones nobles y apasionadas, sino que también puede ofrecer una explicación, por ejemplo, de por qué algunas personas permanecen en relaciones perjudiciales o como las llamamos ahora: tóxicas. Te invitamos a deshabituarte
Los autores, que hacen hincapié en que la habituación es un mecanismo neurológico esencial para nuestra evolución, y que nos ayuda a adaptarnos a nuestro entorno, subrayan la importancia de romper con nuestros hábitos para buscar la variedad a fin de apreciar lo que nos rodea. Al introducir cambios en nuestra rutina diaria, nos obligamos a "deshabituarnos" y a ver el mundo desde una perspectiva fresca y renovada. Esta apertura al cambio nos permite evolucionar y encontrar mayor felicidad en nuestras vidas, afirman. En otras palabras, mirar lo conocido con nuevos ojos ofrecería importantes ventajas. "Una de las razones por las que la diversificación conduce a la alegría es que te pone en un estado de aprendizaje y el aprendizaje es intrínsecamente gratificante", afirma Sharot. "Como el cambio suele conducir al aprendizaje, puede aumentar el bienestar", agrega. Sharot destaca en concreto el impacto significativo de los hábitos en nuestras vidas, señalando cómo algunos de ellos que merecen nuestra atención, como el racismo y el sexismo, pueden normalizarse si no somos cuidadosos. Así, deshabituar nos permite ver con claridad las fallas en nuestras relaciones y entornos, permitiéndonos apreciar mejor las maravillas y las personas que forman parte de nuestra vida cotidiana. Explorar lo nuevo y aprovechar lo ya conocido
En cuanto al balance que debería haber entre el hábito y la variedad, Sharot plantea una interesante comparación entre exploradores, aquellos que buscan constantemente nuevas experiencias, y explotadores, quienes prefieren la comodidad de lo familiar. La clave, según ella, radica en encontrar un equilibrio entre explorar lo nuevo y aprovechar lo conocido. "A los exploradores les gusta probar cosas nuevas. Pueden visitar distintos lugares y hablar con distintos tipos de personas, los explotadores tienden a hacer más de lo mismo que les gusta. Comen el mismo tipo de cosas y así sucesivamente... y la solución óptima se encuentra en algún punto intermedio que quieres explotar; quieres tomar las cosas buenas que ya conocen", agrega Sharot. La conclusión a la que llega el último libro de Sharot y Sunstein nos enfrenta a una realidad inquietante: muchos de nosotros nos conformamos con vivir en un ciclo continuo de comodidad y repetición, especialmente perceptible a medida que alcanzamos la madurez. En todo caso, el mensaje del libro invita a una profunda reflexión y, tal vez, a un cambio necesario: es hora de desafiar, romper con lo habitual y explorar nuevos caminos. En ese sentido, adoptar la "deshabituación" pueda que no sea solo una opción, sino una urgencia para inyectar vitalidad y renovación a nuestras vidas. Fuentes: |
